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Adopción de Corazón

Familia de Origen

¿Cuánto sabes de la historia de tu hijo antes de su llegada a tu familia? ¿Qué tanto conversan sobre la familia de origen? ¿Tienen algún contacto con ellos? ¿Cuánto? Ese conocimiento, esas conversaciones, ese contacto… ¿qué producen? (en tus hijos, y también en ti)


El camino de la crianza nunca es sencillo, aun cuando mamá y papá están juntos y trabajan en equipo. (¿A cuáles abuelos visitamos en las vacaciones? ¿Cuál modelo de disciplina seguimos? ¿Cómo tomamos las decisiones difíciles sobre la parentalidad?) De ahí, hay muchas variaciones en las familias y estilos de crianza – padres solteros, familias reconstituidas, etc. – que lo pueden complicar más. Nuestra crianza tiene sus particularidades también.


Si has adoptado a tu hijo, ya tu familia es su familia. “Y punto.” Algunos quisieran que fuera tan sencillo, pero estamos hablando de seres humanos – vidas y relaciones – complejos. También existe otra familia, y aunque legal y físicamente no estén, siempre estarán presentes. Negarlos es hacerles un daño a nuestros hijos.


“Pero,” podrías estar pensando, “el daño lo hicieron ellos…” y me contarías lo que sabes de la historia: violencia, negligencia, maltrato, adicciones, abuso. O posiblemente la historia es una de pérdidas por muerte o de carencias, como la falta de apoyo, falta de recursos, falta de buen cuidado: una historia de generaciones tocadas por la pobreza y escazas oportunidades. Sea cual sea la historia, nuestros hijos están llevando el impacto de la crianza que no recibieron en sus familias de origen.


Algunos tienen memorias de las experiencias. Otros no tienen ninguna memoria, ni siquiera una foto. Todos tendrán preguntas (aun si no las hacen). Y aún así, sin respuestas o con respuestas, los aman (aunque digan que los odian). Los piensan – ¡mucho! Y -- ¿se puede decir? -- los extrañan.


Por el otro lado, sí hay excepciones. Conocemos a algunos hijos por adopción que no tuvieron un deseo de buscar a su familia de origen, reportan no haber crecido pensándolos constantemente, o los buscaron sólo para decirles, “Estoy bien.” Como es la excepción, vamos a escribir esto pensando en la mayoría de los casos. De ese modo, estarás mejor equipado como papá o mamá, y podrás caminar con tu hijo, sea cual sea el camino que elige en cuanto a la búsqueda de orígenes.



Entonces, ¿qué hacemos?

1.        Primero, y tal vez más difícil, nosotros debemos gestionar nuestras propias emociones acerca de la historia y la familia de origen de nuestros hijos. ¿Cómo puedo ofrecerles el apoyo y lugar seguro que necesitan – saberse amados y contenidos, pase lo que pase – si no puedo manejar mis palabras y actitudes? Gestionar las emociones no es lo mismo que controlarlas. Necesitamos poder identificar y procesar lo que sentimos, con una persona que nos puede contener a nosotros. Por ejemplo: un consejero, cónyuge, amigo, pastor… alguien que nos escucha con comprensión y sin intentar “arreglarnos” o decirnos lo que “debemos” sentir.


Es lo mismo que queremos poder ofrecerles a nuestros hijos. (Y se vale buscar ayuda también de la comunidad para escuchar a nuestros hijos: consejeros, otros parientes mayores y sabios, profesores, pastores.) Todos los seres humanos necesitamos poder entender nuestra propia historia y hablar de ella con personas de confianza. Hablando vamos construyendo la historia y encontrando el sentido en ella.


2.        Hablar con nuestros hijos acerca de su familia de origen, sus recuerdos, preguntas, sueños, deseos. Hablarlo con frecuencia. Dejar el tema tan abierto que siempre se puede retomar la conversación. Si no recuerdas la última vez que se hablaron de la familia de origen, entonces ya es hora de reiniciar la conversación. No debe ser un tabú.

 

Nuestros hijos no tienen que elegir entre sus familias. Nos pueden amar a todos; hay suficiente espacio en el corazón para mucha gente. Por eso, nosotros NUNCA debemos hablar mal de su familia de origen. Haya pasado lo que haya pasado, son su familia de origen, y siempre habrá una conexión ahí. Si hablamos mal de sus progenitores, nuestros hijos lo tomarán a pecho, tipo, “Yo vine de ahí, y ellos son malos, así que yo también soy malo.”

 

Si eres padre o madre de acogida, se da por sentado hay interacciones frecuentes con la familia de origen, entonces por necesidad será un tema de conversación más cotidiano. Ese camino también trae sus propias dificultades. Un ejemplo es que hay más incertidumbre: ¿Por cuánto tiempo estaremos juntos? ¿Qué pasará después? ¿Qué le puedo ofrecer y no a este niño? ¿De qué manera puedo ayudarle más mientras está conmigo? ¿Cómo gestiono mi duelo cuando se reintegra? ¿Seguiremos en contacto?

 

3.        El contacto con la familia. En algunos países, la adopción abierta ya es lo más común. Se llega a un acuerdo entre la familia de origen (típicamente con la madre biológica) y la familia adoptiva, de cuánto y qué tipo de contacto se tendrá. Va desde enviar una carta o fotos cada año a través de la agencia de adopción, a llamadas o incluso visitas. He conocido a familias en que su hijo va y se queda el fin de semana donde la madre biológica, o pasa las vacaciones con los abuelos de origen.


En nuestros países latinoamericanos, la adopción abierta no se ve todavía. (Incluso en algunos es prohibido: legalmente se corta todo vínculo cuando se finaliza la adopción.) Pero las investigaciones actuales indican que tener algún contacto con la familia de origen es lo mejor para los hijos adoptivos. Así conocen “de donde vienen” para poder saber “adónde van” en la vida más fácilmente.


No digo que es fácil para nadie involucrado. Pueden suceder momentos muy difíciles, complejos, confusos, tensionados. Por supuesto hay que pensar primeramente en la seguridad de nuestros hijos; si hay una situación que los pone en riesgo, pues no los exponemos, o involucramos a la policía. Pero, como dicen Lisa C. Qualls y Melissa Corkum (@adoptionwise), “Siempre y cuando es seguro, entonces el ‘éxito’ se define como tener alguna clase de contacto.” (Recuerda que puede haber situaciones o decisiones que tú no prefieres, que tu hijo o su familia de origen vayan a tomar. Pongamos nuestro estándar en la seguridad vs. el peligro.) “Haz todo lo que está en tus manos por cultivar una relación con la familia de origen… Nuestros hijos no deben tener que elegir entre nosotros y ellos.”


Para cumplir la ley de la adopción cerrada en Latino América y a la vez cuidar de nuestros hijos en esta área de manera integral, puede que tengamos que ser creativos. Aquí depende de tu situación, familia, e hijo particulares.


  • ¿Conoces a la familia de origen? El contacto podría ser entre padres (adoptivos y biológicos) mientras los niños son menores de edad, y acompañarlos a conocerse cuando ya sean mayores de edad (lo que nosotros hemos intentado hacer, por cierto.) O, como otra familia que conocemos, podrían decidir mantener el contacto siempre y cuando su hijo lo pide. (Ellos llevaban al niño a visitar a sus hermanos biológicos, porque él los recordaba y quería verlos, pero no quería ver a su progenitora.)

  • ¿No tienes idea quiénes son? Entonces, puedes conversar bastante al respecto con tu hijo mientras crece, y cuando tenga la edad, apoyar y acompañarlo en su búsqueda de orígenes, hasta el punto que él quiera. Ejemplo: “A ti te encanta la comida de mar, tal vez eso es algo que viene de tu familia biológica.”

  • ¿Y si aún no has adoptado? Averigua en la agencia cuáles son las normas para el contacto entre la familia de origen y las posibilidades de algún nivel de apertura en la adopción. Incluso puedes mencionarles que en otros países la adopción abierta se recomienda, para que ellos lo vayan investigando.


Tal vez todavía no estás convencido de que sea tan importante, o por lo menos, que valga la pena todas las emociones complejas que van a experimentar (tuyas, de tu hijo y de la familia de origen). Tal vez el riesgo de lo complicado y difícil te parece demasiado alto por la poca “ganancia” de que las investigaciones dicen que es lo mismo. Esas investigaciones se basan en las experiencias de personas reales que fueron adoptados.


Como dice una madre adoptiva amiga, “De mis tres hijos adoptivos, la que conoce a su familia de origen es la que parece ser más estable, no estancada en su vida adulta.” ¿Fue complicado y doloroso para los padres adoptivos mantener el contacto entre su hija y su familia de origen? Ciertamente. Pero lo que los otros no conocen y saben, hace que sus vidas sean ahora más difíciles.

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