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Adopción de Corazón

Un árbol transplantado: intervención en el apego y trauma

Actualizado: 3 jun

¿Cuánto afecta la adopción a un bebé o niño pequeño?

Exploremos el impacto y las intervenciones tempranas para ayudarles en su desarrollo integral.


Damos gracias al Consejo Nacional para la Adopción por este artículo sobre EL TRAUMA PRENATAL Y PREVERBAL Y LAS TRAYECTORIAS DEL DESARROLLO Y APEGO.

Recuerda que puedes aprender más sobre la intervención en el apego y el trauma en nuestro curso.


Un árbol frutal con raíces
árbol transplantado

El trauma de la adopción es como un árbol que se transplanta a un nuevo bosquecillo. El árbol lleva consigo las cualidades de la genética y de su ambiente original. Responderá a su nuevo ambiente y, con el tiempo, su genética se parecerá más a la del bosque donde ahora se encuentra: sus raíces absorberán los mismos nutrientes del suelo y recibirá el mismo sol y lluvia, en el mismo clima. Las futuras generaciones de ese árbol verán estas mezclas, pero el árbol transplantado siempre será un árbol transplantado a un bosquecillo nuevo, que experimentó la exposición a varios ambientes; entonces siempre mostrará los efectos de esa realidad.


Veamos la historia de un niño que fue adoptado como bebé, y como la intervención temprana fue clave en su proceso de desarrollo:

Su madre biológica consumió SPA y experimentó niveles altos de estrés durante el embarazo. Era difícil calmar al bebé, no dormía bien, y era un infante quisquilloso. A medida que crecía, se mostraba hiperactivo, agresivo, aún no dormía bien, tuvo otitis y sinusitis en repetidas ocasiones, luchaba mucho con la regulación emocional y demostraba desafíos en las interacciones sociales. Resistía, a veces a la fuerza, la seguridad que sus padres le ofrecían; intentaba sobrevivir por sí solo. Pero, sus padres estaban resueltos a ayudarle a construir la relación de apego seguro que tanto necesitaba.


En las sesiones de tratamiento integral su madre lloraba porque él la empujaba y resistía la estructura y seguridad que él ofrecía. Al facilitar el proceso, el terapeuta narraba para el niño lo que él necesitaba, lo que estaba experimentando, y lo que su mamá siempre le ofrecería y proveería (estructura, seguridad, rutina, límites, amor y conexión emocional). El trabajo del terapeuta era co-regular con la madre (ser su malla de seguridad emocional) mientras ella le proveía co-regulación con su hijo.


Con dos años de intervención temprana y tratamiento intensivo, el niño pequeño aprendió que pudo experimentar seguridad con sus padres, confiar en la malla de seguridad que le ofrecía, y que ellos siempre estarían allí para amortiguar las cosas difíciles para él. Su cerebro aprendió que sus padres eran una base segura adonde refugiarse cuando la vida se tornara demasiado dura o alarmante. Entró al colegio exitosamente, aprendió a hacer amigos, profundizó sus relaciones con su familia, y su capacidad increíble para la inteligencia, creatividad e ingenio se desarollaron.


Al transplantar su árbol al bosquecillo de su familia adoptiva, y con el cuidado adecuado, él floreció.


Puede haber parecido probable que el bebé crecería y lucharía con la impulsividad, las tendencias agresivas, tener dificultades para poner atención en el colegio, luchar académicamente, demostrar pocas habilidades relaciones y quizás más adelante recibir un diagnósico como el Trastorno Oposicionista Desafiante (lo cual rotula problemas de conducta en un nivel superficial, detrás del cual casi siempre existe una historia de trauma, apego interrumpido, u otras necesidades emocionales que no fueron suplidas en la infancia.)


El niño recibió un fundamento sólido de apego, aunque era predispuesto a riesgos para su salud física y emocional, debido al estrés y el trauma. A pesar de mostrar indicadores altos de trauma prenatal desde muy pequeño, su cerebro aprendió que no estaba solo en el mundo. A través de repetidas experiencias de seguridad dentro de su relación de apego, su sistema nervioso aprendió a calmar las señales de emergencia que sonaban en el cerebro, su cuerpo aprendió a experimentar paz y seguridad, y él empezó a crecer y florecer.


Sus padres trabajaron arduamente para ser su malla de seguridad emocional durante su etapa temprana mientras él luchaba por encontrar el sentido en el mundo a su alrededor. Ellos se mantuvieron regulados emocionalmente, como una presencia segura durante su tormenta de conductas caóticas, tendencias agresivas e intentos de alejarlos de él en sus primeros años. Su cerebro aprendió, a través de las repetidas experiencias de seguridad y co-regulación, que ellos siempre serían el chaleco salvavidas con él en el agua. Al crecer y "nadar más lejos de ellos" en su exploración del mundo, el niño empezó a cobrar confianza en su chaleco salvavidas. En medio de olas más grandes, él sabía que necesitaba nadar de regreso a ellos hasta que el mundo se volviera más tranquilo. Con el tiempo, su habilidad de navegar las aguas también se fortaleció, y su deseo de explorar también creció, porque sabía que el chaleco salvavidas siempre estaría allí cuando lo necesitara.


¿Cuál fue la clave para el desarrollo exitoso del niño? La intervención temprana por especialistas interdisciplinarios que trataron a toda la familia.


El nivel de seguridad que se establece en la relación de apego en los primeros años de vida es el mayor indicador de la capacidad que tendrá la persona para lidiar con las experiencias adversas en la adultez.


Conclusiones

  • Aunque las repercusiones del estrés prenatal, las interrupciones del apego y los traumas del desarrollo pueden ser graves, hay esperanza en el potencial que tienen los periodos de desarrollo de la primera infancia.

  • Aprendemos mejor a través de la experiencia: Aprender sobre la seguridad no es igual a experimentarlo. Si nunca he comido una fresa, podría aprender todo sobre su textura, sabor, olor, color y propiedades, y quizás podría contarte muchos datos sobre cómo y dónde crecen, pero nada de eso se compara con comerme una fresa. De la misma manera, aprender sobre las habilidades de afrontamiento, auto-regulación y seguridad no se compara para nada al experimentar la seguridad real en una relación con otra persona.

  • El apego seguro: Cualquiera se puede dirigir hacia una relación más segura de apego, bien sea en la infancia o la adultez. Hay muchos factores involucrados (intensidad del trauma, resiliencia, genética y más), pero siempre hay esperanza. Entre más la persona experimenta la seguridad, más adapativo y responsivo se vuelve su funcionamiento cerebral y corporal.

El cerebro humano está diseñado para la conexión y relaciones. Debemos desarrollarnos, crecer y florecer en el contexto de las relaciones con otras personas. Aunque muchas cosas pueden interrumpir este proceso, encontramos la sanidad cuando volvemos a la seguridad y la conexión. Al experimentar la seguridad con otra persona, el cerebro, cuerpo y alma de la persona empiezan a sanar. John Bowlby lo resume perfectamente al decir, "La vida se organiza mejor como una serie de aventuras desde una base segura." Lo mejor que lse podemos ofrecer a nuestros hijos, familias y seres queridos es tan sencillo y complejo: Un puerto seguro de donde zarpar, y adonde refugiarse, al navegar las aguas cambiantes de la vida.


Un barco velero sobre el mar
navegando por la vida

En el siguiente blog, seguiremos viendo las trayectorias del trauma y las intervenciones tempranas.


Recuerda que puedes aprender más sobre el apego y el trauma en nuestro curso.


Este contenido fue tomado, editado y traducido del Consejo Nacional para la Adopción. Lo puedes encontrar en su idioma y formato original en: https://adoptioncouncil.org/publications/prenatal-stress-preverbal-trauma-and-developmental-trajectories/


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