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Adopción de Corazón

Parte de la Familia

Nuestros tres hijos (que son hermanos biológicos) ya habían vivido con nosotros por cinco años con guardia/respresentación legal cuando Dios nos mostró claramente que los adoptáramos. Él nos dijo, “Ellos necesitan saber quiénes son y dónde pertenecen.” Nuestras hijas biológicas (mayores) se pusieron de acuerdo con nosotros para ministrar a los niños a lo largo de los años. Cuando surgió el asunto de la adopción, ellas respondieron al unísono, “¡Sí! ¡Queremos que sean nuestros hermanos para siempre!”


Así comenzó el camino: los chicos eran adolescentes, así que tuvieron que asentir ser adoptados; sus padres y abuelos biológicos tuvieron que aprobar también; luego tuvimos que hacer el proceso legal. Duramos más de un año luchando por la familia: desde la decisión a tomar el paso hacia la adopción, al proceso en sí, y finalmente los ajustes después de la adopción. Fue un tiempo de mucho enfoque interno y luego sentimos que Dios nos llamaba a establecer nuestra familia para poder enfocarnos externamente.


Al acercarnos a la Navidad, seis meses después de finalizar la adopción, sentimos en nuestro espíritu que era tiempo para unirnos y seguir adelante. Ya era hora para que nuestros hijos hicieran la transición de ser el campo de misiones a hacerse parte de el ministerio de nuestra familia. Al haber vivido con nosotros por varios años, ya estaban familiarizados con cómo vivíamos nuestra fe. Sin embargo, queríamos hacerles una declaración clara sobre los valores de nuestra familia, que ahora era también su familia.


Mi esposo y yo escribimos por separados una lista de doce valores que representaban a nuestra familia. ¡Cuando comparamos las listas, nos sorprendió ver que eran casi idénticas! Luego nos preparamos para presentarles un valor y tener un tiempo de discusión sobre el tema cada día.


Compramos tres árboles de navidad pequeñitos y los colocamos en sus habitaciones. Cada mañana colgamos una bolsita de regalo en la chapa de la puerta. Dentro de la bolsa había un regalo pequeño, una decoración para el árbol que llevaba escrito el valor del día, y una notica que tenía un versículo bíblico que correspondía al valor familiar. Luego nos reuníamos y compartimos por qué sentimos que aquel valor era importante en nuestra familia.


Fe – Compartimos nuestros testimonies personales y que creemos que la fe es el fundamento de nuestra familia y nuestras vidas. Les contamos sobre su nueva heredad y les entregamos a cada uno la biografía de sus abuelos que sirvieron como pastores por más de 50 años.


Servicio – Este día preparamos un almuerzo y se lo servimos al los maestros en su escuela, como un buen ejemplo de servicio. Hablamos de lo importante que es servir fuera de nuestra familia, y también servirnos los unos a los otros dentro de la familia.

Excelencia – Queremos hacer lo mejor que podamos en todo lo que hagamos.

Respeto – Es importante mostrar respeto hacia las autoridades y también los unos a los otros.


Hospitalidad – ¡Es una parte muy importante de nuestra misión! Compartimos testimonios de los que han sido impactados por nuestra hospitalidad, y que sentimos que esta área es un don y un llamado.


Responsabilidad – Rendir cuentas y asumir responsabilidad por nuestras acciones.


Integridad – La honestidad en todo.


Fidelidad – Servir a Dios y a otros fielmente. Compartimos sobre la fidelidad de Dios hacia nosotros: testimonios de sanidad y Su favor y bendición sobre nuestras vidas.


Administración – La importancia de reconocer que todo le pertenece a Dios y que debemos administrar bien lo que Él nos ha encomendado.


Generosidad – Compartimos cómo Dios ha sido fiel en proveer para nosotros a medida que nosotros hemos sido fieles en dar con generosidad.


Amor – De nuevo les contamos como Dios había cambiado nuestros corazones de ser sus guardianes/representantes legales a tener un corazón de padres hacia ellos. Expresamos nuestro amor y deseo que todos nos amemos.


Contentamiento – Estamos contentos en el lugar dónde Dios nos tiene. Hablamos de la importancia del contentamiento en nuestras vidas. Ésto es, ser felices con quién eres o lo que tienes. Para los chicos, esto tenía mucho que ver con estar contentos en su nueva identidad: fundir lo viejo y lo nuevo, no mantener dos identidades distintas. También expresamos con qué no nos contentamos: tener menos de lo que creemos que Dios ha prometido para esta familia, o que ellos crecieran sin la relación que deseamos tener con ellos.


Terminamos nuestros doce días de valores esa Navidad cuando nuestras hijas llegaron de la universidad para las vacaciones. Repasamos los doce valores en familia, les dimos a las chicas sus decoraciones navideñas, y luego hablamos de lo que creíamos que Dios nos había llamado a hacer como familia, y que ya era hora de empezar a hacerlo.


Deseo que cada uno de ustedes encuentre la manera de comunicar y transmitir a sus hijos los valores que les son importantes.



René Martin y su esposo ministran a familias a través de Hearts of Hope en California. Agradecemos su disposición de compartir parte de su historia con Adopción de Corazón.

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